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Escuelas rurales en el Sur de Nicaragua

Localización:
Primera fase 1980-1982. San Juan del Sur.
Segunda fase 1982-1985. Departamento de Rivas.
Tercera fase 1986-1991. Cuarta Región (Rivas, Carazo, Granada, Masaya)

Documento disponible en inglés,  PDF 1.0 Mb

Promotor:
Ministerio de Educación.
Grupo Sofonias, Swissaid.

Arquitecto:
Kurt Rhyner y su grupo (Emiliano Armira, Marcelino Castro)

Proyecto: Grupo Sofonias.

Años de construcción: 1980-1991.

Resumen

Nicaragua es uno de los cinco países que componen la América Central. Localizado en el área tropical del Hemisferio Norte, su porción sur presenta un clima húmedo y caliente. El país tiene unos 130 000 km2 y una población de cerca de 4,5 millones de habitantes. Su historia típica de una “república bananera”, está repleta de intervenciones extranjeras, guerras locales y regionales y golpes de estado.
En 1979, el movimiento popular Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), fundado por un líder antiimperialista en los años treinta, ganó una guerra civil contra el dictador Anastasio Somoza e instaló un gobierno revolucionario, que dio a la educación una prioridad absoluta.
En un país donde las vastas áreas rurales tenían muy pequeña o ninguna estructura, esta fue un gigantesco reto. Los maestros recién formados, con entrenamiento rudimentario, y cientos de maestros cubanos bien preparados, comenzaron la tarea de la educación de la población rural, en construcciones rudimentarias erigidas por la propia población o aun bajo la sombra de los árboles.
Grupo Sofonias, una pequeña ONG internacional, comenzó a trabajar en San Juan del Sur, en el sur del país y recibió la solicitud del Ministerio de Educación de apoyar la construcción de escuelas. Una ONG suiza (Swissaid), fue contactada para el financiamiento, y entre 1980 y 1990 se construyeron 380 aulas en unas 120 aldeas y comunidades.
El nuevo gobierno liberal, electo en 1990, revocó la prioridad dada anteriormente a la educación y disminuyó el apoyo a las escuelas rurales. Swissaid no renovó su financiamiento y el proyecto se detuvo.
Nicaragua ha sufrido muchos cambios a través de los siglos y no hay una identidad cultural claramente expresada en su arquitectura. Mientras las viviendas en el sur son estructuras de madera muy simples, la moderna influencia de Estados Unidos ha conducido al uso de paredes de mampostería y láminas de zinc para los techos. Entre los habitantes urbanos y suburbanos hay muy pequeño margen para la expresión arquitectónica.
Sin embargo, las estructuras coloniales con arcos, tejas y portales, son vistas y aceptadas como la arquitectura autóctona. Por tanto, el Grupo de Proyectos consideró que este podría ser un punto de partida razonable para los proyectos constructivos de escuelas, que enfatizarían en el uso de materiales locales y de fácil replicabilidad.

CONSTRUCCIÓN

El principal reto fue utilizar materiales y tecnologías locales y no de pender de importaciones. Muchas de las aldeas no tenían acceso por carretera y cada una debía ser abordada por separada respecto al diseño y selección de los materiales y tecnologías, que debían ser localmente disponibles. Principalmente en la primera fase del proyecto, ninguna escuela se concibió idéntica a otra. Con frecuencia las paredes eran hechas con piedra y mortero de cal y cemento o ladrillos localmente quemados, y los techos eran de tejas de arcilla localmente fabricadas o láminas de fibroconcreto hechas a mano, una de las primeras fortalezas del proyecto.
El Gobierno restringió las importaciones a las necesidades fundamentales, a fin de ahorrar sus escasos medios de intercambio con el extranjero y al mismo tiempo estimular la producción local a pequeña escala. De 1982 a 1985 virtualmente no hubo desempleo y el boom interno distorsionó gravemente la economía, lo que trajo como resultado la escasez de todos los materiales y mano de obra, así como una hiperinflación.
En consecuencia, el proyecto tuvo que ajustarse continuamente a las nuevas realidades y cambiar sus enfoques. Mientras en la primera fase todo el trabajo no calificado y semicalificado era hecho por la misma comunidad, en forma totalmente voluntaria, la situación económica de pleno empleo comenzó a crear tensiones en este método.
A partir de 1982, las comunidades comenzaron a reunir fondos y contratar sus auxiliares, y después de 1984 este procedimiento se hizo habitual. Por tanto, el proyecto tenía su propio equipo de constructores, con albañiles pagados por él y ayudantes pagados con la contribución de la comunidad. Esto permitió el uso de tecnologías más sofisticadas, así como un mejor nivel de terminación.
Luego de los promisorios resultados iniciales con la lámina de fibroconcreto, estas comenzaron a fallar, y a presentarse láminas que se rompían al cabo de 1 o 2 años en uso. Para resolverlo, el proyecto se volvió hacia su sustitución por el uso de bóvedas hechas de ladrillo de arcilla quemada. Esta tecnología fue la solución ideal cuando el latón comenzó a escasear por el boom de las construcciones en el campo y todas las otras opciones (láminas de zinc galvanizado o asbesto cemento) eran importadas o producidas con un alto contenido de materiales de importación. El hecho de que el equipo constructor se hacía cada vez más profesional (ayudantes contratados estables, en lugar de brigadas voluntarias), fue un aspecto importante para este nuevo desarrollo.
Después de 1986, algunas de las escuelas se construyeron con estilo colonial. Si bien la educación arquitectónica del Director del Grupo Sofonias pudiera haber inhibido su paso desde el estilo puro hacia uno más coloquial, el Director y su equipo de constructores desarrollaron un estilo realmente original, que introdujo columnas de ladrillo y decoraciones en los edificios y adquirieron una maestría notable en este sentido. Son estos edificios los que han recibido los mejores mantenimientos de las comunidades.

LECCIONES APRENDIDAS

Un proyecto con integración real de la comunidad puede solamente ser llevado a cabo si cada construcción simple se ajusta a las posibilidades y necesidades de la misma. Sin embargo, con frecuencia las necesidades percibidas difieren entre las comunidades, y en algunos casos, el enfoque no funciona bien.
Al visitar muchas de estas construcciones después de 10 años o más, se hace evidente que la mayor parte de las comunidades trata de darle mantenimiento a los edificios. Sin embargo, sus medios financieros son hoy mucho más restringidos que nunca antes.
Las políticas de los gobiernos nacionales y las agencias internacionales donantes, generalmente no tienen en cuenta el contexto local al planificar los programas de escuelas. Los diseños estándar para ser igualmente utilizados en todo el país, con los mismos materiales especificados, con frecuencia transportados a través de cientos de kilómetros, están fomentando la destrucción de las culturas locales y son una fuerte traba al uso de materiales e iniciativas locales. No solo el costo monetario de estos programas es más elevado, sino que también sus influencias a favor del uso de materiales y tecnologías estandarizados centralmente producidos, origina patrones económicos dañinos y limita la creatividad.