Convertir zonas de tugurios en barrios decentes generalmente es considerada una tarea imposible. EcoSur ha visitado un lugar de Nairobi donde se obtienen éxitos en este empeño. El sistema, tal vez no pueda ser copiado fácilmente, pero por lo menos enseña posibles caminos. Se dice que Nairobi, la capital de Kenya, es la ciudad con más tugurios (slums) en el mundo. El 55% de su población de 2 200 000 habitantes vive en estas áreas.

Se dice que Nairobi, la capital de Kenya, es la ciudad con más tugurios (slums) en el mundo. El 55% de su población de 2 200 000 habitantes vive en estas áreas. La situación allí resulta especialmente conflictiva, pues una gran parte de los terrenos son de propiedad privada y sus moradores pagan alquileres mensuales para vivir en ellos. Muchos pagan por el solar, y otros, por la morada, unas estructuras que van desde ranchos de cartón y hojalata, hasta edificios precarios de tres y cuatro pisos. Por eso existen intereses muy variados alrededor de los tugurios y resulta virtualmente imposible pensar en soluciones.

Cada vez que se desarrolla una iniciativa, aparece una oposición por parte de los inquilinos, de los pequeños dueños o de los terratenientes. La violencia constituye una parte integral de estas oposiciones, ya sea por autodefensa de los moradores o por bandas financiadas por los interesados. Es que en estas áreas existe una complicada red social y muchas personas no quieren salir de allí, la mayoría porque no pueden costearse otra opción, aunque también existen elementos que prefieren el tugurio, donde el control policial está ausente, y son altísimas las tasas de criminalidad y de drogadicción.

La Corporación Nacional de Vivienda (NHC) —una institución paraestatal encargada de resolver el déficit habitacional y de construir viviendas— intentó hace 14 años una acción creativa en una de estas barriadas. Para su experimento escogieron un lugar con una estructura de propiedad relativamente sencilla: la mayoría de los solares y bohíos eran de propiedad individual de las familias que viven allí. 

Se construyeron edificios multifamiliares de cuatro pisos, con 8 ó 16 apartamentos cada uno. Los apartamentos son de una entrada que da hacia  tres dormitorios, una cocina, un baño y un servicio sanitario. Las familias pueden alquilar uno de los cuartos de su apartamento y con el alquiler pagar la hipoteca; hay familias que, inclusive, alquilan un segundo cuarto para mejorar sus ingresos. De esta forma, el nuevo apartamente se vuelve una inversión autofinanciada.

Gracias a este concepto innovativo, la gran mayoría de las familias estuvieron de acuerdo en entregar sus terrenos y estructuras precarias y mudarse a un apartamento. La gran sorpresa es que los edificios aún se ven bien a los 14 años, el área se mantiene limpia y el nivel cultural ha mejorado sustancialmente. En este momento, el NHC avanza en una segunda etapa y construye varios edificios más. Así, en la misma área se mezclan edificios con 14 años, bohíos y obras en construcción, como muestra de que sí es posible convertir los tugurios en lugares decentes.

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